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Este blog trata sobre indumentaria valenciana. Analizamos piezas actuales y antiguas, desde el rigor histórico y la iconografía pictórica de diversos artistas valencianos.

También esperamos realizar entrevistas a distintas indumentaristas, artesanos, falleras y falleros que quieran colaborar con nosotros mostrándonos sus trajes.

domingo, 1 de mayo de 2011

Joaquín Sorolla: Las Grupas



Las Grupas
1916. Óleo sobre lienzo. 350 x 300
Hispanic Society of America

EL AUTOR

Joaquin Sorrolla Bastidas (Valencia 27 de febrero de 1863 – Cercedilla10 de agosto de 1923)

Mucho se ha escrito sobre Joaquín Sorolla, y dada la relevancia de su figura así como la extensión de su obra no nos alargaremos demasiado en su biografía.

Huérfano a muy temprana edad, quedó a cargo de sus tíos. En 1874 empezó la escuela, donde no pasó desapercibida su extraordinaria facilidad para el dibujo. Sus profesores recomendaron a sus tíos que lo matricularan en la Escuela de Artesanos en clases nocturnas.

Siguió sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia donde recibió sus primeras menciones. Por ese tiempo trabajó de iluminador de fotografías en el taller del prestigioso fotógrafo Antonio Garcia, quien más adelante sería su suegro. En 1883 recibió su primera medalla de Oro en la Exposición Regional de Valencia con la obra Monja en Oración.

Un año después recibió la pensión para irse a Roma creada por la Diputación Provincial de Valencia con la obra de tema obligado El crit del Palleter.

En 1890 se instaló en su casa de Madrid de la Plaza del Progreso. Y comenzó una fase de intensa participación en exposiciones, donde predomina la pintura de temática social.

Más adelante dentro del costumbrismo se impuso el costumbrismo marinero. En 1898 surgió el tema de la playa en sus composiciones, momento en que realiza gran parte de sus obras más conocidas. En 1899 pintó Triste herencia con la que obtuvo el Gran Premio del Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1900 y en 1901 consiguió la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Hasta 1906 las escenas de playa y las de pescadores fueron las más frecuentes de su producción, junto con los retratos. Luminosos y rotundos son los temas de pescadores, la luz lo inunda todo y sus blancos son muy intensos. En 1903 pinta Pescadoras Valencianas, Sol de tarde y Niños a la orilla del mar. En 1909 pintó su famoso cuadro Paseo a orillas del mar pintado en la playa de Valencia, retratando en el a su mujer y a su hija Maria. También pintó el baño del caballo, La hora del baño y Después del baño.

Sorolla se sintió respaldado por la crítica como por el público. Las exposiciones internacionales de París, Viena, Munich y Chicago le dan a conocer fuera de nuestras fronteras y sus obras empiezan a ser requeridas en todas partes.

En 1911 recibió el encargo de decorar el gran salón de la biblioteca de The Hispanic Society of America con paneles representando las distintas regiones españolas. Sorolla recorrió España captando al natural las imágenes que iba a componer, entre ellas, la del cuadro que nos ocupa. Fueron catorce paneles de tres metros y medio por setenta de largo. Este proyecto duró de 1913 a 1919 en los que captó su peculiar visión de España.

LA OBRA

Nos encontramos ante una de las obras más conocidas del pintor. La obra muestra una escena en la que diversos personajes forman parte de una comitiva procesional, de gran fuerza estética, con gran dinamismo y plasmada con el estilo vehemente y apasionado del que el maestro hacía gala. En ella observamos varios jinetes ataviados con la indumentaria tradicional entre los que destaca una pareja (grupa). También vemos a unos personajes portadores de la reial senyera, y a otros que a modo de ofrenda transportan ramos confeccionados con naranjas.

La sensación general es de una gran luminosidad lograda gracias a una magnífica paleta de colores. La luz resbala y acaricia a las figuras en vigoroso movimiento. Las sombras se tiñen de cromatismos sólo posibles para un pintor que es capaz de entender y plasmar la luz de Valencia como nadie más lo ha conseguido.

Compositivamente, la obra no parece obedecer a una jerarquía demasiado rígida. No se observan patrones relevantes basados en sección áurea ni en las subdivisiones lógicas del formato. Más bien, toda ella parece estar articulada según el sentido apasionado e instintivo de un autor que se enfrenta al lienzo en blanco con una energía y vitalidad desbordante, imposible de sostener en una estructura demasiado estudiada.


Alrededor de la línea vertical central encontramos a una de las dos senyeras, a la grupa y al ramo de naranjas, todos ellos elementos jerárquicos de la obra. A su alrededor, se sitúa una marabunta de personajes que avanza hacia el espectador de manera oblicua y de derecha a izquierda, como señala la línea amarilla. Al fondo, el elemento arquitectónico del Puente del Real así como las palmeras, suponen el contrapunto estático para el dinamismo general, al mismo tiempo que contribuyen a situar la obra en un espacio concreto.

En cuanto al color, destacan los colores azules y verdes que aportan la profundidad espacial necesaria, y favorecen el contraste de los colores cálidos dominantes como los amarillos y naranjas. Los blancos aportan intensidad a la sensación de luminosidad, pero sobre todo, y como ya se ha comentado antes, son las sombras, claras y vehementemente cromáticas las que contribuyen a acentuar la luz general de la escena: la luz del resplandeciente sol de Valencia.



Como curiosidad, citaremos a continuación un fragmento de la carta que Sorolla le escribe a su esposa mientras trabaja en la obra.

“ Ignoro si es por debilidad o por exceso de sensibilidad, pero hoy me ha emocionado más que ningún día la contemplación del natural. He hecho montar las banderas, y al contemplarlas junto a las grupas y sobre el bonito cielo valenciano, las lágrimas me han venido a los ojos. Todo esto tiene tanta alegría, es tan bello, que no recuerdo haber hecho nada con tanta emoción”.

Esta declaración pone de manifiesto la intensidad con que el maestro realizó esta y que queda patente durante su contemplación. Esperamos que la hayáis disfrutado.

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